febrero 17, 2012

13 Criaturas inmortales


Mirábamos el fuego convencidos de nuestra suerte, un fuego hipnótico que lo devoraba todo, también nuestra atención.

Eramos tan diferentes como iguales, un perfecto antagonistas. Quizás por ello teníamos objetivos contrapuestos, lo que nos convertía en enemigos.

Pero en el fondo nos apreciábamos, y hubiéramos deseado encontrarnos en otras circunstancias. Quizás, no sé, era por el hecho de ser del mismo círculo los dos; es lo que tiene la soledad, que une a muchos.

- ¿Y bien? -

- Tan solo nos queda luchar -.

Como líderes de cada ejército nos enfrentábamos para frenar una batalla, aunque la guerra continuaría, un episodio de hace años ya, que no conocísteis los mortales, que enfrentaba dos bandos: el que no quería intervenir, y el que buscaba someter al mundo a un gobierno de inmortales.

Pero tanto Zael como yo dudábamos del bando que habíamos escogido (casi por casualidad), debido con gran seguridad a que en el fondo, no queríamos participar, y en la guerra, las dudas, no son aliadas.

- Es curioso, tenemos practicamente los mismos años -.

- Y nos mantenemos en la misma edad -.

- Una buena edad, por cierto -.

- Con tres años menos estábamos mejor -.

- Eso decimos siempre, y aún así seguimos creciendo -.

Comenzamos a prepararnos para enfrentarnos. Cerrábamos nuestras ropas largas, dejando accesibles los distintos filos. Y tensábamos los músculos.

- ¿Preparado? A las malas, nos vemos en años y años, con la guerra inacabada -.

- Y a las buenas, despertamos mañana, y todos se han olvidado -.

- En cualquier caso dormiremo, como seres insomnes cansados de tantas vueltas -.

- En cualquier caso dormiremos como todos: deseando, y a la vez molestos de ser despertados…. -.

febrero 10, 2012

12 Prueba de fuego

Enfrentarse al cambio, a lo nuevo, a lo desconocido, no es tan fácil, siempre y cuando preveas que puedes estar a la altura. Conocer si lo estás es lo realmente complicado.

Comenzamos la tarea rodeados de unas tres mil personas: ya en ese momento supimos que no sería fácil. Brouwkoe daba un mitin en el polideportivo de una ciudad pequeña, aclamado, arropado por todos.

- ¡Arrasaremos con los que invaden nuestro camino! - arengaba bajo la ovación.

Cuando nos vio por los pasillos, mandó a sus guardas dispararnos. Pero ya estábamos suficientemente cerca como para deslizarnos mientras desenfundaban, y asestarles una estocada.

Paul cogió la pistola y disparó a Brouwkoe, que corría hacia la habitación. Cayó al suelo, pero se levantó y siguió corriendo. Así no le detendríamos y lo sabíamos.

Nos dividimos. Paul entró en la habitación y le buscó: estaba escondido bajo la cama. Le retuvo en esta, mientras se regeneraba de las heridas. Yo corrí de vuelta al polideportivo. Tenía que echar a toda esa gente.

Los inmortales como Brouwkoe lo eran, y se regeneraban, más conforme más gente les rodeaba. Y ahí residía su fuerza, y su interés.

Lo mejor que pude idear en aquel momento fue originar un fuego en los baños, y hacer sonar la alarma. Todos se alejaban despavoridos de allí, haciendo vulnerable a Brouwkoe. Pero faltaban los de su gabinete, y sus otros guardas, que no se irían sin rescatarle.

Para ello me coloqué en un punto estratégico por el que subir a su habitación, y les fui deteniendo a golpes de cuchillo según se acercaban. El fuego y la sangre crecían a mi alrededor, pero no tenía tiempo para pararme a reflexionar, para plantear si hacía lo correcto: había que detener a Brouwkoe, y esa era la única forma.

Cuando el político empezó a debilitarse, Paul corrió hacia mi posición, quitándome de en medio a dos que me habían acorralado a disparos, y nos alejamos de allí, matando a los que continuaban entrando para buscar y rescatar a su amado líder, aunque fueran inocentes.

febrero 04, 2012

11 Llenas palabras vacías


Peor que un inmortal más viejo que tú es una más joven, recien descubierta su naturaleza. Detuvimos a muchos, de los que trataban de imponer su pequeño o gran imperio. Pero sin duda aquel político fue el peor de todos.

- No huyan, no se marchen, no se escondan. No es tiempo de desaparecer, sino de iluminar. Cada uno porta una llama única, y hasta ahora nos habían pedido que nos quedáramos en nuestro espacio, iluminando nuestra zona. Yo os digo que salgáis, que os unáis a mi, que luchéis por la verdad, que juntéisf vuestras llamas para que entre todos iluminemos el mundo -.

La gente aplaudía enloquecida. Aquel hombre de mediana edad, buena presencia y mejor oratoria les decía lo que querían oír tras tiempos de miseria: que se unieran para crear una sociedad más comprometida unos con otros y con el estado, pero también más sumisa por este.

- Te siguen porque les sacas de la nada, pero les conduces al vacío – le respondí cuando hablábamos en su despacho.

Sus dos guardaespaldas nos miraban desconfiantes. Paul y yo habíamos conseguido que nos citara en su despacho, con pretextos políticos. Pero fue tan solo para conocerle un poco más, no pretendíamos nada más.

- El vacío es espacioso, Señor Heredia. Los que quieren vivir en el todo terminan echando gente fuera. Mi propósito de unión engloba a todos, a usted también si quiere. Intento devolver grandeza a esta sociedad, si todos colaboramos…

- No sé por qué diría que es la unión la causa de su, y solo su grandeza, señor Broukoe -.

En ese momento se dio cuenta de que sabíamos de su naturaleza. Él no sabía leer la nuestra en los ojos, era muy joven aún. Aquello le asustó, y nos despidió. Pero ya teníamos lo que buscábamos, tan solo faltaba trazar el plan.